Sexuality Policy Watch [ES]

Solidaridad feminista con Nicaragua

Es un gusto estar con ustedes hoy para compartir algunas ideas iniciales, provocaciones como las definió el grupo gestor del encuentro, que contribuyan para juntas hagamos un diagnóstico y dibujemos respuestas posibles para los contextos en que actuamos políticamente como feministas. Pero es también un enorme desafío porque los contextos son complejos, cambiantes y muy riesgosos porque movidos por pautas antidemocráticas y anti-igualitarias en todas sus dimensiones.  Esas dinámicas socio políticas nos sorprenden, aun cuando, muchos de sus elementos sean muy antiguos. Para el ejercicio que haremos hoy y mañana en esta asamblea eso implica, ante de todo, reconocer que esa complejidad y velocidad escapan a nuestras miradas especificas sean ellas individuales, nacionales, grupales o mismo feministas, antirracistas o otras. No está disponible un análisis magistral y definitivo sobre lo que esta pasando. Exactamente por eso es crucial pensar juntas esos escenarios, sus múltiples crises y retos.  Las breves ideas que les traigo como provocación también tienen esas limitaciones. Ellas vienen de esfuerzos colectivos de investigación sobre políticas antigênero en los cuales he estado involucrada desde 2018 y que son un componente inequívoco de las dinámicas de desdemocrización o restauración autoritaria que asistimos en América Latina pero también al norte del Rio Grande y Europa en la ultima década.  Eso significa que las teorías y las políticas feministas, en su pluralidad, están en el ojo de esos huracanes.

Esas tormentas y sus impactos no pueden ser bien comprendidas sin referencia a ciclos históricos mucho mas largos. En nuestro caso, los legados profundos e extendidos de la colonización y de la colonialidad: desposesión y extractivismo, racismo, patriarcado, cis-heteronormatividad, lo que Rita Segato definió como dueñismo  (ser dueño de la tierras, de las gentes, de las instituciones) y, no menos importante, la imposición colonial del cristianismo. Pero tan importante cuanto esa herencia de curso largo, hay que tener en cuenta con mucha atención los últimos 50 años. Eso porque en ellos están situadas los procesos de redemocratizaciones o alargamiento democrático que cambió por completo el escenario políticos regional, una transformación que fue absolutamente crucial para las nuestras luchas feministas, antirracistas por los derechos humanos, por justicia económica y social y contra la destrucción ambiental. Pero también porque durante esos 50 años que las fuerzas antidemocráticas, de ultra ultraderecha, anti feministas, racistas, con trazos neofascistas – que han llegado al poder por via democrática en las Américas y Europa en la última década –  han estado se reorganizando y se reconfigurando.

En esa trayectoria, se han, revitalizado viejísimas posiciones y pautas ultra-conservadurismo religioso y secular laico, pero al mismo tiempo se modifico radicalmente su modo de acción política. Eso por que esa fuerzas han abandonado el tipo  reaccionarismo que ha caracterizado su política desde la segunda guerra, o sea una defensa estática del orden establecido – para adoptar nuevas modalidades de acción política que, sin abdicar de la incidencia institucional, opera más allá y por debajo de las instituciones formales de la política. A eso llamamos en el campo de estudio en que estoy el Giro Gramcsiano de la derecha, el cual resulto en lo que el historiador argentino denomina como “la derecha callejera”.   Es muy importante subrayar que esa reorganización  empezó ya con más evidencia en EUA y Europa desde los 1970 y gano cuerpo justo cuando por acá iniciábamos nuestros ciclo de redemocratización.  Pero hay que decir que ya entonces habían conexiones muy solidas entre los ultra-conservadores de acá y lo de allá, en especial en el campo ultra católico. Eso significa que América Latina no es solo un blanco de fuerza imperialistas de ultra derecha. Hemos sido parte de esa reconfiguración.

No mesmo importante, es crucial comprender que en la región esa reorganización y reconfiguración encontró condiciones favorables para prosperar y conseguir sus objetivos en el cruce de dos tendencias sistémicas. La primera de ellas, es la penetración continuada de la racionalidad neoliberal y no solamente en términos de su efectos económicos más conocidos, mayor inequidad y precarización, pero sobre todo sus efectos político y subjetivos: erosión de valores democráticos y estímulo a subjetividades autoritarias. La segunda corresponde a los limites, déficits y distorciones de nuestras democracias recién reconstruídas: autoritarismos sociales y institucionales que no han sido transformados y que tienen sus expresiones máximas en el racismo, misoginia, lesbohomotransfobia, en muchos países la sombras de los militares en la política. Eso implica que en esos tiempos riesgosos tenemos el reto de a un solo tiempo defender las bases democráticas de vida política y criticar las democracias que están.

Para terminar:  no es fácil describir las fuerzas que están moviendo esos cambios políticos  regresivos. Hablando de las políticas antigénero y antiaborto que nos tocan mas de cerca, y las describo como hidras, animales muy antiguos pero que sobreviven al tiempo. Sus múltiples cabezas se mueven en muchas y paradójicas  direcciones y se alimentan de fuentes ideológicas muy contradictorias, lo que crea una inmensa confusión de percepción sobre lo que son dificultando su interpretación. En América Latina, tienen siempre un núcleo religioso católico y evangélico ultraconservador alrededor del cual orbitan una multitud de actores y actrices que de otro modo no estarían juntos: madres y padres que quieren controlar los programas escolares, think-tanks neoliberales, libertarios de derechas, grupos nazi-fascistas y, en algunos casos, militares.  Esta composición metamórfica cambia según el contexto y el tiempo y su cacofonía estructural no debe ser leída como inconsistencia o irracionalidad, pero es funcional a su lógica de captura “ideológica” de mentalidades y afectos. No menos importante cuenta con un número cada vez mayor de mujeres  y jóvenes, incluso en posiciones de liderazgo nacional y global.   Es importante conocer quiénes son esos actores y actrices y mapear sus conexiones y fuentes de financiación. Pero aún más importante es comprender que esos ensamblajes constituyen un “ecosistema” que tiene modulaciones peculiares muy propias de la digitalización de la política.

Cuando leemos esos ensamblajes como una ecología” entendemos mejor cómo suas pautas creadas en el campo ultraconservador fue absorbida por actores y agendas seculares pero también se ve cada vez más incorporada a posiciones y discursos de actores y actrices situadas que se posiciona a la izquierda del espectro político. En medio de esta confusión, como sabemos, también se mueven hoy las corrientes feministas esencialistas y transexclyentes que tienen una genealogia totalmente distinta, pero cuya acción esta hoy también contribuyendo para lógicas de desdemocratizacion en muchos de nuestros contextos.



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