Sexuality Policy Watch [ES]

El confinamiento de Eva: solucionar el Ébola, el Zika y el SIDA con el cuerpo de la mujer

Hay claros paralelismos entre los tres grandes virus (Ébola, VIH y Zika) y la respuesta de la sanidad pública global y los persistentes, y muchas veces tóxicos, estereotipos de género.

El patrón está claro: con la aparición de una nueva crisis global sanitaria, se pone a las mujeres en el centro de atención. En algunos casos se responsabiliza a las mujeres de la prevención de las transmisiones, en otros casos se espera que las mujeres resuelvan las crisis ante los sistemas sanitarios fallidos, y si la crisis tiene algo que ver con niños, embarazo o sexo, se responsabiliza a la mujer de su gestión.

Existen paralelismos entre los tres grandes virus (Ébola, VIH y Zika) en relación a la respuesta del sistema global sanitario y a los persistentes y muchas veces tóxicos estereotipos de género. En cada caso, las mujeres han sido deshumanizadas y cosificadas como “recipientes y portadoras” de la enfermedad cuyas voluntades tienen que ser restringidas. En el mejor de los casos, se ve a las mujeres como responsables de contener y prevenir la transmisión de las enfermedades y de cuidar a los miembros enfermos de sus familias y comunidades. No obstante, tal como nos han mostrado más de 30 años de experiencia con el VIH, este tipo de respuestas fracasan repetidamente tanto en el enfoque como en la comprensión del problema.

Hemos elegido conscientemente la palabra “confinamiento” en el título del artículo. Queremos reflejar la connotación tradicional bíblica del parto. Según el diccionario, el verbo “confinar” significa mantener en unos límites, restringir, limitar, contener. Probablemente los lectores de los últimos siete años de artículos de la sección 50+ en esta serie de openDemocracy, ya entiendan cómo a través de las líneas globales de políticas sobre el VIH, la pobreza, y la violencia de género en todas sus formas (incluyendo la esterilización forzosa y la falta de información y privacidad) se han ignorado, limitado o violado los derechos de las mujeres constantemente. Aquí tratamos de entender las dinámicas de género del Ébola y del Zika a partir de los análisis sobre las dimensiones de género del VIH.

Tanto el Ébola como el Zika se descubrieron hace algunas décadas y ambos tienen sus orígenes en el Este de África (la República Democrática del Congo en el caso del Ébola y el VIH y Uganda en el caso del Zika). Las tres enfermedades aparecen en contextos de desigualdad, y es en contextos de desigualdad donde las mujeres y las niñas son las más vulnerables.

El Ébola ha afectado seriamente a Guinea, Sierra Leona y Liberia. La mayoría de gente que contrajo el Ébola en Liberia vivía en comunidades rurales o en las zonas urbanas más pobres, y según Tooni Akanni el 75% de los infectados fueron mujeres. El Programa de Desarrollo de la ONU (PNUD), a partir de los datos de la Organización Mundial de la Salud, informa que la situación en Sierra Leona y Guinea mostró aún más desigualdad de género: “El número de muertes por el virus del Ébola es mayor entre las mujeres que entre los hombres en tres países clave. Hasta el día 7 de enero de 2015 del total de casos de enfermos por Ébola en África occidental, el 50,8% habían sido mujeres. La desigualdad de género es aún más pronunciada en Guinea y Sierra Leona y relativamente más baja en Liberia”.

La predominancia del Ébola en mujeres tiene su raíz en el rol de las mujeres como cuidadoras: las mujeres se ocupan de los enfermos como miembros familiares y como trabajadoras sanitarias, preparan los cuerpos para los entierros y, en esta parte de África occidental, también son comerciantes que se desplazan de un sitio a otro. Todo esto se agrava debido a que los sistemas sanitarios están desorganizados. Las mujeres también se ven expuestas al Ébola (y al Zika y al VIH) sexualmente, y la probabilidad de contraer los virus se multiplica, como hemos visto en el caso del VIH, cuando sus parejas tienen múltiples relaciones simultáneamente. El reciente brote de Ébola refleja un patrón que es similar a otros brotes en otros países africanos.

El uso dañino de normas de género pone a las mujeres en una situación de riesgo adicional. Tooni Akanni explica cómo en muchas comunidades de todo el mundo se espera que las mujeres se “sacrifiquen por sus familias, hasta el punto de poner sus vidas en peligro por priorizar el cuidado de miembros de la familia enfermos”. Las normas que rigen el trabajo de cuidadoras de las mujeres no son solo comunes, sino que se usan de manera estratégica. Hay evidencia de un estudio de la OMS que muestra cómo los hombres del Congo usaron deliberadamente esta narrativa social sobre las mujeres que cuidan de los enfermos en su favor, explicando que evitaron contraer Ébola durante el brote de 2003 al haberse asegurado que las mujeres cuidasen de los enfermos. Akanni concluye diciendo que el Ébola causa muerte, inequidad y daño económico a las mujeres y que cualquier respuesta efectiva tiene que contar con un alcance de género para entender y responder a los respectivos roles de las mujeres y los hombres en las sociedades donde golpea con fuerza. Además, los políticos encargados de las políticas públicas y los gobiernos deberían invertir en escuchar las experiencias y perspectivas de las mujeres y actuar sobre ellas. Su papel crucial como “agentes de cambio y movimiento social” debería ser ampliamente reconocido y apoyado para generar una respuesta efectiva a esta crisis extrema.

Al mismo tiempo, Amber Huff enfatiza cómo los procesos de desarrollo han minado los sistemas sociales y sanitarios: “el crecimiento de los últimos años ha sido en gran parte desigual, beneficiando a inversores internacionales pero sin resultar en mejoras similares en servicios públicos y oportunidades políticas para la gente de a pie”. Huff describe cómo estos desafíos se agravan debido a la masificada explotación de los recursos naturales de la región y los conflictos relacionados con ellos, que a la vez han tenido repercusiones en poblaciones de animales salvajes, abriendo nuevas oportunidades para la expansión de nuevas enfermedades, incluyendo el Ébola a través de los murciélagos. Alicia Ely Yamin sostiene que los estragos de la guerra acabaron devastando los sistemas sanitarios tanto en Liberia como en Sierra Leona, donde las mujeres y los niños especialmente experimentaron marginalización y pobreza.

Y, como Yanoh Kay Jalloh explica, mientras que se supera la crisis inmediata, los efectos del Ébola continúan, impidiendo a las chicas embarazadas ir a la escuela en Sierra Leona. A pesar de que se puso en práctica esta prohibición, la vulnerabilidad causada por embarazos no deseados como consecuencia de violaciones o mercado sexual, ha aumentado por el Ébola. El 33% de las chicas tenían embarazos no deseados antes del Ébola y esta cifra ha seguido aumentando.

Y, ¿qué pasa con el Zika?

Los embarazos, especialmente entre chicas y mujeres jóvenes, son el eje principal del Zika. Mientras el Zika se ha identificado en muchos países por todo el mundo – desde Uganda y Nigeria en África, hasta varios países en el Pacífico Sur y el actual brote en Latinoamérica y el Caribe,- parece que el Zika se transmite sexualmente (como el Ébola y el VIH), aunque la mayoría de los casos son transmitidos directamente por el mosquito.

Las trayectorias de la enfermedad son distintas en los tres virus (VIH, Ébola y Zika). No obstante, las normas tóxicas de género, que avivan la enfermedad y aumentan su impacto, son comunes a los tres. Y, como el Ébola y el VIH, el Zika se desarrolla en condiciones de desigualdad y en sistemas sanitarios débiles, acarreando de esta manera más responsabilidades en el cuidado de las mujeres.

Hay una especificidad de género distinta en el caso de Zika: el nexo de unión entre Zika y las microcefalias. En Brasil, cada vez más embarazadas contagiadas con Zika tienen bebés con microcefalia, una condición que interrumpe el desarrollo completo del cerebro. Al mismo tiempo, un grupo de médicos argentinos ha propuesto la posibilidad de que la causa de la microcefalia no sea el virus de Zika, sino el larvicida que se emplea en Brasil para matar los mosquitos.

Cualquiera que sea la causa del Zika, ya sean los mosquitos o el larvicida que contiene el agua, el impacto específico y desproporcionado en las mujeres traspasa el VIH, el Ébola y el Zika. En este contexto, es fundamental que nos centremos en una imagen más amplia sobre la prevención de la enfermedad, el tratamiento, el cuidado y el apoyo – una lección aprendida una y otra vez desde el VIH. Decir a las mujeres que no se queden embarazadas no es una respuesta viable. Una respuesta más extensa al control del mosquito no es sencilla, pues debería incluir y ser creada en base a una experiencia de todas las secciones de una comunidad, y necesita de una combinación de enfoques localmente apropiados, socialmente sostenibles y técnicos. No debería señalar y marcar como objetivo únicamente a aquellos más vulnerables. Esto es lo más importante en países donde la anticoncepción y el aborto están rigurosamente controlados por el Estado.

A través de estas narrativas escuchamos una y otra vez la contención de la pobreza, la desigualdad, la marginalización, las desigualdades de género y reacciones desde arriba y exacerbadas para contener y controlar a mujeres y niñas.

Científicos medioambientales como Rachel Carson y Wangari Maathai, abogados como Arundathi Roy y Erin Brockovich, periodistas de investigación como la autora de “This changes everything” (Esto lo cambia todo), Naomi Klein y economistas como Lourdes Beneria, Marilyn Waring y Thomas Picketty nos lo han repetido durante los últimos 50 años: las economías dirigidas al crecimiento, que combinan soluciones simples, biotecnología vertical y enfocada a los negocios con retos polifacéticos no conducen a alcanzar una justicia social, económica o de género.

Todos estos problemas de salud pública están conectados con un cuadro más amplio: con el cambio climático, la degradación medioambiental y una respuesta absolutamente simplista y misógina. Como Graham Brown et al. recientemente articularon en el contexto del VIH, es necesario reconocer la necesidad de dar forma a una respuesta efectiva al VIH en el marco de un sistema adaptativo complejo.

Esta respuesta viene con tres años de retraso en el caso del VIH.

Sería inteligente que aquellos que buscan mitigar los efectos del Ébola y el Zika tomaran nota de nuestras experiencias.

Eva, como la naturaleza, no puede, ni será, contenida.

Fuente: https://opendemocracy.net/democraciaabierta/susana-t-fried-alice-welbourn/el-confinamiento-de-eva-solucionar-el-bola-el-zika-y



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