Publicado originalmente en el blog de Natalia Andújar en 25/08/2016. Disponible en: https://nataliaandujar.wordpress.com/2016/08/25/por-que-el-estado-no-debe-legislar-sobre-nuestros-cuerpos-breve-argumentario/
25, agosto, 2016 de Natalia Andújar
Este argumentario surge de la necesidad de disponer de una serie de ideas fuerza cuando nos tenemos que enfrentar diariamente a la presión mediática, política y social, cuyo objetivo es controlar nuestros cuerpos, a través de la aprobación de medidas legales prohibicionistas.
Se trata de un debate importado de Francia. Francia es laica, España es aconfesional. La Constitución española reconoce teóricamente a todas las religiones en el espacio público y no hay ninguna religión de Estado.
No hay que entrar en el debate sobre el derecho a la libertad religiosa, sino derecho a la propia imagen. Ni aceptamos que las instituciones religiosas impongan su visión a las mujeres, ni tampoco las instituciones públicas españolas ni los medios de comunicación.
El debate del burkini es un falso debate. Lo que está en juego no es el bienestar o la liberación de las “pobres mujeres musulmanas” sino que lo que subyace es el modelo de sociedad que queremos y el papel que debe jugar la religión en ese modelo ideal. El Islam no es una religión sino una forma de vida. ¿Queremos una sociedad excluyente, en la que impere un monolitismo cultural o queremos una sociedad abierta, plural y respetuosa de la diversidad, entendida como una riqueza y no como un lastre? Para argumentar a favor o en contra siempre se utiliza la situación de las mujeres como paradigma de la violencia de las religiones. Las mujeres nos encontramos secuestradas en medio de una batalla ideológica en la que las fuerzas de poder que se oponen intentan controlar nuestros cuerpos. La realidad nos muestra que el modelo francés laicista excluyente ha fracasado.
Hay un desplazamiento ideológico progresivo: primero se prohíbe el hiyab en la escuela pública, luego el niqab y ahora se quiere prohibir el burkini en las playas. Ayer fue multada en Niza una mujer que estaba en la playa vestida y con hiyab, y que no se iba a bañar. El alcalde de Niza ha declarado que los signos ostensibles no son bienvenidos en la ciudad. La prohibición del derecho a la propia imagen se extiende y se normaliza. No podemos dejar que esto pase en España.
Cierto sector de las izquierdas y del feminismo oficial piensa que hay un dilema entre la lucha antiracista y la lucha antisexista. Esto no es cierto. Las mujeres están atravesadas por múltiples discriminaciones y violencias: de género, de clase, raza, religión etc. No podemos obviar la conexión que hay entre todas en detrimento de una sola.
La exigencia de prohibir el burkini no surge de la propia comunidad de mujeres musulmanas ni desde un posicionamiento consensuado de las feministas. Surge de las instituciones francesas, en un contexto de estado de emergencia en el que se están vulnerando derechos fundamentales de la sociedad civil. El burkini casi es lo de menos. Todos los informes europeos indican que se están vulnerando los DDHH.
Hay un problema terminológico-ideológico: el burkini no es el burka ni el hiyab, pero la raíz de este neologismo nos lleva a confusión y nos remite al imaginario de la mujer afgana encarcelada en un burka.
Hay que pensar siempre que salen estas noticias, en qué momento surgen y a quién beneficia. En el contexto actual está claro que estas medidas punitivas favorecen a la extrema derecha y a la derechización de todo el espectro político. Aquí las izquierdas plurales tienen mucho que decir si no quieren que la extrema derecha/derecha, instrumentalice las reivindicaciones típicas del feminismo (que las mujeres tengan el control de sus cuerpos).
Se trata de una cortina de humo. Mientras que los velos y burkinis se han convertido en el tema del verano, no denunciamos lo realmente preocupante: las políticas migratorias criminales de los Estados europeos, el Brexit, la constante vulneración de los derechos humanos, el desmantelamiento del Estado de bienestar, las políticas capitalistas salvajes, la crisis de valores en Europa, etc. Pero a las musulmanas solo las llaman en los medios de comunicación para que hablen de su vestimenta.
Otra cuestión importante es si queremos que las instituciones públicas tengan competencias para decidir cómo deben vestir las mujeres y la población civil en general. Argumentos que se utilizan para legislar:
Se alude al tema de la seguridad. Este argumento es insostenible: ¿no es seguro un traje de neopreno de un winsurfista? ¿Y los nadadores profesionales, y los niños con alergias? ¿Y las personas que son intolerantes al sol?
Los signos religiosos no son bienvenidos en el espacio público. Entonces en España habría que prohibir todos los signos religiosos: las cruces, las sotanas, etc.
Otro argumento: es un símbolo de la opresión de las mujeres. Sorprende que desde cierto sector del feminismo se tenga una mirada esencialista de las prendas (igual que los sectores más reaccionarios del Islam), esto es, que no se tenga en cuenta el contexto histórico, geográfico. Como feministas, la mirada debe ser laica.
Otro argumento: No es una vestimenta de “aquí”. Esto, por supuesto, no puede ser motivo para legislar en contra de un determinado tipo de vestimenta. Jurídicamente no se sostiene.