Sexuality Policy Watch [ES]

Entrevista con Mauro Cabral, activista trans e intersex argentino presente en la V Conferencia de ILGA LAC

Entrevista con Mauro Cabral, activista trans e intersex argentino presente en la V Conferencia de ILGA LAC (26 a 30 de Enero de 2010, Curitiba, Brasil)

Por Jandira Queiroz*

¿Puedes decir un poco de lo que es tu evaluación sobre esta Conferencia de ILGALAC, cuales son los desafíos y avances que se presentan al movimiento LGBTI, especialmente para los temas de transexualidad e intersexualidad, por favor?

Yo vine a esa conferencia como parte del grupo en el cual trabajo, que se llama GATE – Global Advocates for Trans Equality, entonces yo vine como activista trans y como activista intersex. Pero fundamentalmente como parte de un grupo trans que no forma parte de ILGA. Venimos a ver lo que está pasando con el movimiento latinoamericano, fundamentalmente con el movimiento trans, cual es el espacio que la ILGA le concede a las cuestiones trans, cómo están planteando las cuestiones trans en el contexto de los distintos países representados en la conferencia, y sobre las cuestiones intersex, no hubo oportunidad de trabajarlas.

Pero tampoco hay más interés. Eso se nota por el modo en que aparece la intersexualidad. Aparece en algunos momentos, desaparece en otros. A veces en ILGA o ILGALAC aparece LTGB, otras veces es LGTBI, nadie sabe muy bien de que se trata y tampoco me parece que haya interés en saber de que se trata.

Entre las cuestiones trans, me parece muy interesante la visibilidad que están teniendo las masculinidades trans, creo que poco a poco están logrando colocar temas importantes para los hombres trans dentro de la agenda, pero sigue siendo muy difícil la introducción tanto de la diversidad sexual o de las cuestiones trans, de manera que pareciera que somos todos heterosexuales. Y por otro lado creo que tanto en relación a las cuestiones trans cuanto con las cuestiones intersex, la diversidad corporal es una cuestión pendiente.

¿Eso sería uno de los temas importantes de la agenda del movimiento trans?

Este es uno de los temas ausentes en esa conferencia. Pero no tanto para el movimiento trans. Para el movimiento intersex, si. El movimiento intersex consiste básicamente en una agenda de diversidades. De celebración, de promoción de la diversidad corporal. Para mí, ha sido una experiencia muy interesante de estar en esa conferencia, siendo alguien con mi cuerpo, y ver el modo en el que circula la diversidad corporal. Esta conferencia, como otras conferencias, donde lo que más se aprecia como estereotipo de masculinidad o de feminidad, incluso de belleza, es la encarnación de la forma estándar de masculinidad o de feminidad. O sea, que aún en una conferencia gay/trans, hacia mucho tiempo que no encontraba tanta gente que me preguntara cuando me iba a operar. Es muy fuerte.

Es compulsorio que uno necesite operarse para estar en estos espacios…

Claro, sí, claro. Incluso ayer, que hubo un desfile que se invitó a algunos hombres trans para desfilar, a mi no me consideraron como hombre trans, simplemente porque tengo tetas no operadas. Y es muy fuerte eso, realmente es muy fuerte. Que a pesar de todo el trabajo que ya se hizo, dentro y fuera del movimiento trans – en el feminismo, el pos-feminismo, el movimiento transgénero para reconstruir los estereotipos corporales, esos estereotipos corporales siguen en funcionamiento. Y de alguna manera o de otra, políticamente, personalmente, con las políticas eróticas, se sigue reafirmando que el único modo de ser deseable es encarnar una corporalidad estándar. Básicamente es una cuestión que se tiene que trabajar políticamente.

Si se quiere incluir de alguna manera la agenda intersex, las personas tienen que pensar cual es la relación política que pueden tener con la intersexualidad si creen que los hombres deben parecer hombres y las mujeres deben parecer mujeres. Si creen en eso, la intersexualidad no tiene nada que ver con ellos. Que de una vez reconozcan que la agenda intersex no tiene lugar en ese contexto. O también reconocer que entre las agendas políticas y las prácticas personales, hay una distancia que no se quiere salvar. Pero como dicen las feministas, creo que lo personal es político. Cuando tantas personas me dicen por que no me esfuerzo más en parecerme un hombre, creo que algo está fallando políticamente.

En términos de la región, ¿hubo avances en algunos temas LGBT y el “I”? ¿Qué está pasando y que se espera?

En el asunto de “I” no pasa nada. Creo que en relación con las cuestiones trans, es muy importante el debate que se está dando, digamos, para diferenciar las cuestiones trans de las cuestiones que tienen que ver con HSH. Creo que es muy interesante el debate entre la identificación de las personas trans como hombres, como mujeres o como personas trans, y cual es la mejor manera de articular eso políticamente en la relación entre travestís y hombres y mujeres trans. Hubo una reunión muy interesante entre activistas trans y representantes de ONUSIDA y de OPS  para manifestar cual es la sigla que necesitamos, cual es la agenda de financiamiento que necesitamos. En ese sentido, hay sido un empoderamento importante del movimiento trans a nivel regional. Me parece que es necesario abrir un diálogo más fluido entre el movimiento trans brasileño y el movimiento trans hispanohablante. Creo que hay una distancia que es idiomática, que es cultural, que es política. Falta mucho diálogo entre el movimiento trans brasileño y el movimiento trans de los otros países de Latinoamérica.

No hay un movimiento intersex en Brasil, ¿o si hay? ¿Conoces?

Hay personas que trabajan sobre intersexualidad en Brasil, pero no hay algo así como un movimiento intersex en Brasil del mismo modo que no hay movimiento intersex en otros países de Latinoamérica. Hay un movimiento intersex global, que contará aproximadamente con no más que 50 personas en todo el mundo. Pero no hay algo así como movimientos de intersex locales, básicamente porque la intersexualidad no funciona del mismo modo que otros movimientos con base identitária. La intersexualidad tiene que ver con el destino cultural de la diversidad corporal. Entonces está dividido en grupos de apoyo para personas que encarnan uno u otro u otro cuerpo intersex. Entonces hay grupos de apoyos para personas con una y otra especificidad, pero que no se piensan como personas intersex, sino como personas con un síndrome particular. Hay grupos que son de políticas intersex. Hay otros grupos que abogan por la categoría de trastorno de desarrollo sexual, hay personas que trabajan en investigación sobre intersexualidad. De hecho, Brasil tiene por hoy una de las mayores especialistas en el mundo, en el aspecto médico de la intersexualidad, que es Paula Machado, en Porto Alegre. Es una autoridad mundial en este tema. La otra especialista latinoamericana es Eva Alcántara, en México. Entonces, hay redes de gente conectada. Pero no hay mucha gente, y no hay comunidad, un lugar donde uno se junte a hacer política intersex, no hay movimiento en el mismo sentido que puede haber movimiento gay, por ejemplo.

Esa campaña por la despatologización de la transexualidad y intersexualidad, ¿te pareces que pueda ser un momento para empezar articulando las personas intersex?

No. La campaña por la despatologización es una campaña trans y europea. Y esto no lo digo por el tema de ser europea, que no haya nacido aquí. Es una campaña que considera que el mayor problema de las personas trans es la patologización de las experiencias. Lo cual es un problema serio, incluso para quienes vivimos en Latinoamérica. Un gran problema que tenemos los que vivimos en Latinoamérica es como lograr la despatologización sin perder el acceso a la cirugía y las hormonas pagadas por el estado o por las obras sociales o por los seguros de salud. O sea, ¿cómo dotar a la campaña por la despatologización de un censo de clases? Si la campaña triunfa, si logramos que triunfe, ¿cómo vamos pagar las cirugías de quienes quieren operar? El grande problema no es solamente lograr la despatologización. Lograr la despatologización sin perder la oportunidad de tener cirugías y hormonas siendo pobre. Incluso viviendo en la zona del Euro. ¿Cómo hacemos para pagar la cirugía?

La campaña por la despatologización no tiene tanta fuerza en la comunidad intersex porque nosotras tenemos otros tipos de problemas. Y es que dentro del movimiento intersex, en este momento, lo que tiene más fuerza es la campaña a favor de la patologización de la intersexualidad como trastorno de desarrollo sexual. Esa es LA campaña intersex en este momento. Una campaña norteamericana que está teniendo mucha fuerza en todo el mundo y que está siendo resistida por muchos activistas – como yo, por ejemplo. Pero eso es otro problema. El problema no tiene tanto que ver si la intersexualidad es un trastorno o no, sino aunque sea un trastorno, ¿cómo se lo tratan los hospitales? Porque el máximo que se quiere en el movimiento intersex no es que la intersexualidad deje de ser una patología, sino que se dejen de practicar cirugías compulsivas – sea una patología o no. Se trata de otra pelea. El movimiento intersex norteamericano, que apoya este nuevo vocabulario – trastorno de desarrollo sexual – dice “el vocabulario de trastorno es lo que nos permite dialogar con los médicos, y decirles “ustedes dicen que es un trastorno, nosotros lo aceptamos”, pero les decimos “dejen de operar a las personas con eses trastornos”. El resto del movimiento intersex dice “podemos tener esa pelea sin caer en el trastorno”. Entonces es una discusión al interior del movimiento intersex y muy vinculado al movimiento de personas con discapacidad física y mental, donde la cuestión principal no es la definición, sino el tratamiento. No es como soy definido, sino como se trata. Para los que trabajamos en el movimiento intersex, la campaña por la despatologización de la transexualidad tiene un rasgo muy llamativo que es el rechazo, la repulsión, la aversión por todo lo que tiene que ver con el diagnóstico. Y las personas intersex hemos sido diagnosticadas, vivimos con eso. El diagnóstico es algo que manejamos, de lo cual hablamos, con lo cual convivimos. Como le puede pasar una persona con VIH, como le puede pasar a una persona con algún tipo de discapacidad. Entonces nos resulta muy llamativa esta aversión al diagnóstico. Creo que no hay un prejuicio a quien haya sido diagnosticado. Pero a mi me resulta muy interesante eso, porque me da la impresión de que vamos hacer como movimiento trans un movimiento que idealiza la salud. Nosotros no somos enfermos, no sufrimos de ningún trastorno físico ni mental. Pero, ¿qué significa eso en relación a quienes sí lo sufren? ¿Qué es ese asco al diagnóstico? Para mi es muy extraño como el movimiento trans se está transformando en un movimiento puro. Puro en el sentido de “yo no sufro de nada, soy una persona perfectamente sana, quiero ser reconocida como una alguien que es sano”. Ahora, ¿qué es lo que eso proyecta sobre las personas que no están sanas? ¿Qué quiere decir eso? Porque yo no creo que la transexualidad sea una enfermedad. Pero creo que el modo de lograr la despatologización no es demonizar las enfermedades. Porque sino terminamos por demonizar las personas que sufren de enfermedades. La transexualidad no es como la diabetes. Ahora, ¿qué significa eso si es que soy diabético? Que ocurre ahí, esa tensión entre salud y enfermedad cuando uno dice “yo estoy al lado de los sanos”. Yo de verdad no sé si quiero estar en uno de esos lados…

Y aún hay la cuestión de la salud mental, o los sufrimientos internos, de una persona que es trans y necesita buscar atención en hospitales y no tiene…


Al nivel práctico, eso es así. Pero a un nivel más abstracto, yo digo “yo soy trans, entonces yo no sufro de ninguna patología mental”, eso probablemente esté cierto. El problema es que durante muchos años, durante los ochentas y los noventas, nosotros decíamos que éramos anormales, que formábamos parte de la gran comunidad que nosotros, que los locos, los enfermos, todos los excluidos del sistema, todos los abjectos, formábamos parte de la gran comunidad de abjectos. Y ahora estamos diciendo que esa comunidad está ahí, pero nosotros no formamos parte de esa comunidad, que nosotros formamos parte de la comunidad de los normales, que nosotros somos sanos. ¿Cómo pasó eso? ¿Cuándo el decir “yo soy normal” se volvió parte de nuestra agenda política?

¿Y qué es el ser normal? ¿Qué es la normalidad, también?

Bueno… pero hay un cambio en el modo de concebir la lucha política que a mí me resulta muy interesante.

Pero eso de pasar de la anormalidad, de ser “transviados”, como se dice en Brasil, y de repente a la normalización de todo eso, adecuación a un modelo, también no es camino…

Yo, políticamente estoy totalmente a favor de la campaña por la despatologización. Teóricamente, sí, me interesa abrir algunas preguntas. ¿Qué significa esa campaña? ¿Cómo produce la transexualidad esa campaña? ¿Qué va a ocurrir con la transexualidad si esa campaña triunfa? Y, como alguien que es intersex y trans, sí, mí interesa mucho explorar la tensión entre las dos posiciones.

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*Periodista y asistente de proyectos de SPW



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