Entrevista: Elena Reynaga
Por primera vez, en 11 ediciones, mujeres trabajadoras sexuales participan de las sesiones del Foro Internacional AWID como expositoras y dentro de la programación oficial del encuentro, teniendo así la oportunidad de compartir sus experiencias y proyectos, no sólo como los temas de las investigaciones y estudios, si no también como agentes de transformación. Entre las trabajadoras presentes estaba Elena Eva Reynaga, 55 años, de Argentina, Buenos Aires, que, juntamente con otras compañeras realizó el talk show «Las trabajadoras sexuales nos subimos al transporte público». Elena actualmente, no ejerce más la actividad de trabajadora sexual y se dedica solamente a la militancia y al desarrollo de acciones en defensa de los derechos de las mujeres como secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) y también como secretaria ejecutiva de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex), fundada en 1997, y que reúne organizaciones formadas por trabajadoras sexuales de 17 países latinoamericanos.
En entrevista para la newsletter del SPW, Elena habla de su experiencia como participante del XI Foro Internacional AWID, sobre la discriminación y criminalización del trabajo sexual y evalúa la actuación del movimiento feminista con relación a los derechos de las mujeres profesionales del sexo destacando los principales desafíos. Mire abajo.
SPW – ¿Cómo fue la participación de ustedes en el XI Foro AWID?
Elena – En Ciudad del Cabo durante el Foro presentamos un talk show que se llamó “Las trabajadoras sexuales nos subimos al transporte público”, donde relatamos la experiencia de AMMAR en los trenes y colectivos de la Argentina para sensibilizar en cuidado de la salud y uso del preservativo.
En el talk show en Ciudad del Cabo hubo una participación importante de compañeras y hubo muchas preguntas. Sentimos que tuvimos mucha aceptación en Ciudad del Cabo. No sentimos discriminación hacia nosotras cuando presentamos nuestra experiencia, lo que vimos es que había muy poca voz directa de las trabajadoras sexuales en estos espacios internacionales de encuentros feministas.
SPW – ¿Cómo evalúas la participación de mujeres trabajadoras del sexo en el Foro AWID?
Elena – Salvo ese trabajo que presentamos y fue aprobado y por eso lo pudimos exponer, lo cierto es que si tuvimos alguna participación directa, fue porque nosotras mismas, las trabajadoras sexuales, logramos hacer el espacio. Durante el Foro en Ciudad del Cabo vimos que había académicas que no eran trabajadoras sexuales y que hablaron “en nombre” de nosotras. Estas compañeras académicas estuvieron en talleres, plenarias y vemos que dentro del movimiento feminista hay todavía muchas mujeres que nos quieren tutelar, hablar por nosotras sin haber ejercido el trabajo sexual ni conocer lo que nosotras definimos, sobre nuestra realidad y necesidades. Esto es un problema porque las trabajadoras sexuales somos sujetos políticos, activistas, capaces de auto organizarnos, no simplemente objeto de estudio de otros u otras, aunque lo hagan con muy buenas intenciones.
SPW – En tu evaluación, ¿Cómo es la presencia y el reconocimiento de las trabajadoras del sexo en el movimiento feminista?
Elena – Todavía la presencia en el movimiento es nula, salvo este primer evento sigue siendo nula, todavía el movimiento sigue teniendo muchos prejuicios con nosotras, nos subestiman muchísimo, nos culpabilizan a nosotras del problema de la prostitución en lugar de vernos como parte de la solución. También queremos decirte que la experiencia en Ciudad del Cabo nos permitió identificar que hay una generación joven de feministas más abiertas, con menos prejuicios, dispuestas a discutir con respeto, conocernos y acercar posiciones. Lo que permite construir en la diversidad de los pensamientos.
SPW – ¿Cuáles son las principales cuestiones y desafíos enfrentados por las trabajadoras del sexo, en general? ¿Hay alguna especificidad en la Latinoamérica?
Elena – Los problemas son las legislaciones que criminalizan el trabajo sexual en todo el mundo, no sólo en Latinoamérica, lo que nos deja a merced del poder policial. Esto, que es producto de la doble moral, lleva a que haya una gran violencia ejercida sobre nosotras. Asesinatos sin esclarecer, violaciones a los derechos humanos. Esta violencia que se ejerce sobre nosotras es la que se ejerce sobre todas las mujeres, pero con el agravante de los prejuicios porque nosotras estamos involucradas en la sexualidad. Decimos que hay una triple discriminación: por ser mujeres, pobres y por ejercer el trabajo sexual. A esto sumemos que todas las políticas anti trata que se están implementando se hacen muchas veces confundiendo trata con trabajo sexual, lo que lleva a una persecución mayor y coloca en la clandestinidad a las trabajadoras sexuales, así nos terminan al final dejando más a merced de los proxenetas que antes.
Para que se dejen de violar los derechos de las trabajadoras sexuales el trabajo sexual debe ser reconocido como trabajo autónomo, con los mismos derechos que asisten a otros trabajadores. Esto significa derogar legislaciones que sirven para perseguirnos por un lado y, por otro, luchar contra el estigma y la discriminación.
Mira más informaciones sobre el trabajo de Elena y AMMAR en www.ammar.org.ar .