¿Los derechos de las mujeres están en la agenda de Obama para América Latina?
Por Luisa Cabal y Lilian Sepúlveda*
21 de marzo de 2011
De todas las promesas del presidente Barack Obama de defender los derechos humanos universales, el derecho fundamental de las mujeres está siendo dejado de lado en su visita a los líderes de América Latina esta semana. El viaje de Obama por el sur del continente incluye paradas en Brasil, Chile y El Salvador –países cuyos gobiernos no priorizaron las cuestiones de la salud integral de las mujeres, la igualdad y el empoderamiento en sus políticas. A pesar de los avances políticos observados en esos países, la triste realidad muestra que muchas mujeres en la región continúan sufriendo discriminaciones, abuso sexual y victimización, por vivir en sociedades que no respetan completamente los derechos humanos de las mujeres.
Brasil es reconocido como líder y símbolo de desarrollo económico, pese a esto, el país se ve confrontado por inequidades raciales y de género muy rígidas. Una economía fortalecida ayudó a Brasil a reducir la transmisión del VIH, la pobreza y la mortalidad infantil, pero el gobierno prácticamente ha ignorado las disparidades presentes en el alto número de mujeres que mueren por causas relacionadas con el embarazo en el país. De acuerdo con el Banco Mundial, la tasa de mortalidad materna en el Brasil es de 3 a 10 veces más alta que en países con una situación económica similar. Los servicios de calidad de atención a la salud, públicos o privados, están concentrados en las mayores ciudades, lo que crea un sistema que discrimina a las personas más pobres, a las mujeres indígenas y afrodescendientes.
De acuerdo con el propio Ministerio de Salud brasileño, las mujeres afrodescendientes tienen 50% más posibilidades de morir por causas obstétricas que las mujeres blancas. Eso se debe, en buena medida, al hecho de que esas comunidades recibieron menos información sobre el embarazo, el parto y los cuidados posnatales, incluyendo las señales de trabajo de parto, la importancia de la lactancia y del acompañamiento prenatal. El gobierno brasileño reconoció que 90% de las muertes maternas en el país podrían ser evitadas, no obstante, no está prestando atención a esto. El Centro de Derechos Reproductivos está representando actualmente a una madre afrobrasileña cuya hija embarazada murió después de ser atendida en un hospital de la red pública, ser diagnosticada equivocadamente y de haberle sido negada la debida atención médica. Su muerte era completamente evitable, pero Brasil falló en priorizar la cuestión de la mortalidad materna.
Chile, que ha sido un ejemplo de moderación política, progreso democrático y buena gobernanza desde la transición de la dictadura de Pinochet en 1990, continúa promoviendo visiones patriarcales y tradicionales sobre la vida familiar y las relaciones de género que contradicen la noción básica de que las mujeres son sujetas de derechos humanos. Por ejemplo, en 2004, Chile se convirtió en el último país en Occidente en legalizar el divorcio. La autonomía reproductiva de las mujeres es extremadamente limitada. En Chile, el aborto es ilegal bajo cualquier circunstancia, incluso en casos de violación o cuando la vida de la gestante está en riesgo. Si bien durante la última década los comités de derechos humanos de Naciones Unidas recomendaron a este país que flexibilizara la restrictiva legislación sobre aborto para que pudiese cumplir con sus obligaciones relacionadas con los derechos humanos, el gobierno chileno rehusó dar ese paso. Análogamente, en 1998, El Salvador –la última parada de este viaje del presidente Obama— criminalizó el aborto bajo cualquier circunstancia. Las leyes restrictivas sobre aborto en El Salvador contribuyen al aumento de la tasa de mortalidad materna más de dos veces por encima de la media registrada en América Latina. El gobierno refuerza la prohibición persiguiendo a las mujeres que abortaron como si fuesen asesinas. Existen noticias de que también se persiguen las mujeres que sufrieron abortos espontáneos. Un ejemplo es la historia de Marina, quien sufrió un aborto espontáneo y en 2008 fue condenada a 30 años de prisión. Mientras estuvo presa, fue diagnosticada con cáncer y murió un año después, sin haber tenido acceso a algún tipo de tratamiento médico.
Las mujeres no deberían ser obligadas a padecer ese dolor, sufrimiento y muerte. La capacidad de la mujer de tomar una decisión respecto a tener o no hijos y cuándo, así como de tener acceso a servicios cualificados de salud reproductiva están directamente ligadas a la base de su bienestar y de su lugar en el mundo. La historia nos muestra que cuando las mujeres y las niñas son saludables y tienen acceso a oportunidades, las sociedades se vuelven más justas, las economías prosperan con mayor facilidad y los gobiernos evidencian mayor predisposición a servir a las necesidades de su pueblo como un todo. El presidente Obama ha sido una voz poderosa en la promoción de los derechos humanos, pero debe recordar que a un sinnúmero de mujeres en América Latina les siguen robando sus oportunidades y su libertad.
*Texto originalmente publicado en Rewire News Group, en 11 de marzo de 2011. Traducido por Washington Castilhos, Asesor de Comunicación Social y Website del Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos para el SPW. Enlace de origen aquí.