La llegada de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU. ha sido un evento político devastador. Por otro lado, no se puede encararla como un hecho absolutamente excepcional, más bien trátase de un capítulo más en la restauración conservadora que está irrumpiendo el mundo de la política los últimos años. El marco inicial quizás esté ubicado en la combinación de guerras y dictaduras que surgieron tras la Primavera Árabe, en 2013, y a continuación por la elección en el 2014 del primer ministro indiano Narendra Modi, del partido Bharatiya Janata Party (BJP), y por la asunción de gobiernos ultraconservadores en Hungria (2014) y Polonia (2015). Desde abril de este año, somos testigos del golpe parlamentario en Brasil (cuyo proceso empezó en diciembre del 2015), de las elecciones en Filipinas (mayo), del referendo que culminó con la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el llamado Brexit (junio), del estado de emergencia en Turquia (julio), de la derrota del acuerdo de paz en Colombia (octubre) y ahora seguimos en Nicaragua la reelección de un régimen autoritario y corrupto (noviembre). En cada uno de estos distintos escenarios se observa la instalación o agravamiento del estado de crisis: en Filipinas se ha puesto en marcha acciones gubernamentales que resultaron en inúmeras ejecuciones extrajudiciales; en Brasil se enfrenta los efectos de la draconiana política fiscal de austeridad del gobierno Temer; la decisión del gobierno indiano de suprimir de golpe los billetes de 500 y 1.000 rupias ha causado enormes daños; y por encima tenemos la elección de Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Sin embargo la resistencia y las protestas sociales han proliferado en varios sitios. El colaborador del SPW akshay khana, de India, llama la atención para el hecho de que una puerta ha sido abierta para el intercambio político entre los Estados Unidos y el mundo desde una perspectiva de igualdad.
Aun así no se puede minimizar el impacto transnacional de la victoria de Trump respecto a los temas y dominios que a nosotros nos importan. Igual que al periodo del gobierno Bush, hay que combatir los efectos de la presidencia de Trump más allá de las fronteras de los Estados Unidos. Desde el resultado de las elecciones en el 9 de noviembre el SPW está recolectando noticias y análisis críticos sobre los fatores que han contribuído para el desenlace electoral, así como los riesgos y desafíos del sombrio escenario pos elección. Una primera reflexión crítica que nos gustaría compartir ha sido desarrollada por Rosalind Petchesky, nuestra colaboradora y miembra del Comite Ejecutivo del SPW:
Aquí sigue lo que he escrito a un antiguo estudiante de Berlin: “Obviamente estamos todos manejando una montaña russa en consecuencia de las distintas emociones – la primera y la más dura es una especie de tristeza e luto para aquellas personas de mi generación (y también los más jóvenes), un sentimiento de que todo aquello por lo que hemos trabajado incansablemente se está tirando en la basura. Entonces surgen el miedo y la preocupación hacia las comunidades vulnerables – negros, mulsumanes, inmigrantes, personas discapacitadas, personas en situación de pobreza, indígenas y poblaciones nativas – e igual respecto al medio ambiente. Y en consecuencia sobre nuestro trabajo una vez que somos obligados a actuar urgentemente para proteger esas comunidades al mismo tiempo que postponemos proyectos y campañas de largo plazo.
Sin embargo desde el 9 de noviembre, el primer día después de la elección, protestas y marchas no han parado de ocurrir con decenas de millares de personas en las calles rechazando aceptar en silencio Donald Trump y el «Trumpismo». Ver y participar de las protestas ha sido un acto de curación y ha trajido de vuelta un sentimiento de esperanza y unidad. Ayer, nuestro departamento en la universidad estaba cerrado – algo ya planeado bastante tiempo antes de las elecciones – y ha sido interesante escuchar una perspectiva definitivamente de izquierda sobre los obstáculos y las brechas de esperanza desencadenadas por la elección de Trump, como si en el caso de victoria de Hillary nosotros estaríamos en nuestras actividades cotidianas a las cuales estamos acostumbrados y estaríamos menos movilizados en relación al racismo, la misoginia y el autoritarismo que hace tiempos está puesto.
Confieso que he estado de acuerdo con esa mirada – parece innegable – al mismo tiempo en que las consecuencias inmediatas van a ser terribles, especialmente para los inmigrantes indocumentados, los niños, los mulsumanes, las tantas personas que han sido acosadas en las escuelas y en las calles, los programas de servicio social aterrorizados por la futura pérdida de los financiamientos, y aquellas personas que van a perder sus ya frágiles beneficios de salud. Trump ha indicado un individuo de extrema derecha, Steve Bannon, del Breitbart News, para ser su consejero en la Casa Blanca – este hombe no sólo es un supremacista blanco pero también um antisemita – aunque ¡la hija y el yerno de Trump sean ellos mismos judíos! De este modo el horror y las contradicciones ganan bulto y todo se vuelve tan repugnante. Todavía las personas están movilizándose y quizás un enorme movimiento de oposición multicultural e interseccional pueda consolidarse gracias a Trump. Nosotros debemos trabajar duramente por eso y tener esperanza.
Sonia y Richard
Imagen: “The Rhinoceros” de Albrecht Dürer (1515- National Gallery of Art), que ilustra el artículo de Teju Cole en el New York Times conclamando a rechazar y resistir a la normalización del resultado de las elecciones.