En lo corrido de 2024, más de 60 países celebraron elecciones a distintos niveles de gobierno. Las contiendas no solo tienen que ver con quién sale elegido, sino también con el significado mismo de las democracias, con una lucha por el poder político y narrativo entre múltiples actores, incluidos los populistas, que han convertido en armas los ideales y las prácticas democráticas para erosionar la democracia desde dentro. Ha sido, por tanto, un año decisivo que desafía al campo progresista a movilizar mayorías para defender la democracia y los derechos humanos.
Ante este intenso ciclo electoral, reiniciamos el Foro Debates Pendientes y Emergentes, una iniciativa regional conjunta de Sexuality Policy Watch (SPW), Akahatá, Promsex, Puentes y Synergia, y convocamos a una serie de debates a lo largo de 2024. Nuestra expectativa es que estas conversaciones puedan contribuir a ayudar a activistas e investigadores que trabajan en el campo del género, la sexualidad y los derechos humanos a situar mejor sus acciones y proyectos en lo que es, sin duda, una situación compleja y muy incierta.
Este ciclo de debates sobre este año «megaelectoral» comenzó el 7 de mayo con un panorama electoral de América Latina, cuyo informe, escrito por Mariana Carbajal, está disponible en nuestro sitio web. El 4 de junio, presentamos un debate sobre el escenario preelectoral en Estados Unidos, cuyo reportaje, escrito por el periodista argentino Juan Elman, ya está disponible en nuestro sitio web.
El 3 de septiembre celebramos un tercer debate, esta vez sobre la evolución electoral en el África subsahariana. El informe, redactado por Françoise Girard y traducido al español por Alejandro Gamboa, figura a continuación.
Elecciones y golpes de Estado en el África subsahariana: Consideraciones preliminares y desafíos
Hakima Abbas moderó el debate sobre la dinámica electoral y de gobierno en el África subsahariana, en el que participaron Awa Fall-Diop (Senegal), Zeinabou Hadari (Níger) y Sibongile Ndashe (Sudáfrica), con Thula Pires y Stefano Fabeni como ponentes.
Sonia Corrêa abrió la sesión señalando que Sexuality Policy Watch ha tenido una larga relación con muchos activistas en África, pero que estos lazos se habían aflojado recientemente. Este debate es una oportunidad para comenzar a reconectarse con activistas, académicas y escritoras feministas africanas para discutir algunos de los desafíos electorales y de gobierno que enfrenta el subcontinente. En particular, Corrêa agradeció a Stefano Fabeni y Hakima Abbas su decisiva ayuda en la preparación de este tercer debate. Corrêa subrayó el hecho de que esta sesión sólo presentaba la situación de tres países, por lo que no pretendía representar la realidad de todo un continente.
Hakima Abbas comenzó señalando que 2024 ha sido un año muy agitado para las democracias en África, con varias elecciones monumentales y varios golpes de Estado. Invitó a las panelistas a explorar el significado de estos cambios de gobierno en un contexto panafricano y feminista, pero también en un contexto global.
Abbas también subrayó la importancia de la participación de Zeinabou Hadari, dadas las repercusiones del golpe en Níger en el Sahel y en el contexto mundial en su conjunto. Las feministas africanas han lidiado con estos recientes golpes en el Sahel y muchas se han preguntado qué presagian: ¿son antiimperialistas, como algunos esperaban? ¿O algo totalmente distinto? ¿Qué significan para las actuales luchas de liberación en el continente? Abbas señaló que, como feminista panafricana, no cree que los Estados coloniales que África ha heredado puedan ser, o vayan a ser, los vehículos políticos para lograr la liberación africana. Por ello, invitó a los panelistas a debatir no sólo la democracia dentro de las estructuras estatales, sino también las oportunidades de construir un poder democrático popular «desde abajo» como vías para la liberación: «la democracia a pesar del Estado».
Sibongile Ndashe sobre las elecciones de mayo de 2024 en Sudáfrica
Ndashe analizó las trascendentales elecciones de mayo de este año en Sudáfrica, las primeras democráticas del país en las que el histórico partido de la liberación, el ANC (Congreso Nacional Africano), no obtuvo una mayoría absoluta, y muchos otros partidos obtuvieron escaños en el Parlamento. Como tales, estas elecciones son interesantes por sí mismas, y tienen resonancia en todo el continente.
Tres meses después de las elecciones, señaló Ndashe, la situación era «chocante, pero no escandalosa». Esto es así porque el sistema electoral sudafricano, tal y como está planteado actualmente, se caracteriza por una escasa rendición de cuentas a los electores, ya que son los partidos políticos los que eligen las listas de diputados. «Sabíamos que iba a ser un reto, ya que en nuestro sistema los representantes no deben lealtad a los votantes». Este reto se ha visto agravado por la propia falta de responsabilidad del CNA, su irresponsabilidad durante tres décadas y su incapacidad para autocorregirse y poner fin a los escándalos de corrupción. «Ha sido una verdadera lucha transformar un movimiento de liberación en un partido político capaz de gobernar».
Así lo demostró, añadió Ndashe, el colapso de varias organizaciones paraestatales durante la sexta administración (2019-2024), que encabezó el presidente Cyril Ramaphosa, y que provocó, entre otras cosas, graves e interminables cortes de electricidad en todo el país. «Esta fue la primera vez que la mayoría de la gente de mi generación estuvo en la ‘oscuridad’ de esta manera». Estas elecciones fueron en cierto modo «una búsqueda de la luz, un proceso de limpieza de la humillación, una recuperación de la libertad que nos robaron».
Tras las elecciones, el ANC sigue siendo el partido mayoritario en el Parlamento, con 159 escaños (de 400), pero sólo obtuvo el 40% de los votos, y sólo tiene 72 escaños de ventaja sobre el siguiente partido en importancia, la Alianza Democrática. En el lado positivo, según Ndashe, el CNA se vio obligado a reconocer el descontento de los votantes y ha tenido que transigir y negociar con otros partidos, lo cual es algo novedoso para el CNA. Tampoco intentaron negar o impugnar los resultados. La solución del ANC a esta pérdida de apoyo fue crear un gobierno de «unidad nacional», que incorporó a la Alianza Democrática (DA, favorecida en gran medida por los sudafricanos blancos), al Partido de la Libertad Inkatha (IFP, con un bastión en KwaZulu-Natal) y a la Alianza Patriótica (PA, un partido emergente y aterrador, nacionalista, xenófobo, antimigrante y sionista). Aunque Cyril Ramaphosa fue reelegido presidente, estas fuerzas están muy alejadas en términos de política, lo que, en opinión de Ndashe, no favorecerá el avance de las reformas. En la actualidad no existe un mandato claro para este Gobierno.
Las negociaciones para formar gobierno fueron largas, tensas y con muchos forcejeos: ¿Quién se queda con la seguridad, las finanzas? Si el ANC tiene el 40% de los votos, ¿tiene derecho al 40% de los puestos del Gabinete? Al final, el ANC se quedó con ministerios clave como Defensa, Finanzas y Asuntos Exteriores. Fue penoso ver cómo se reciclaban en el gobierno algunos de los actores implicados en el escándalo de corrupción de la «captura del Estado» de la era Zuma. «Cuando se tiene una mayoría tan reducida, ¿por qué se sigue sin llenar los escaños con gente competente que haga buena política y sea capaz de hacernos avanzar de verdad?».
La Alianza Democrática, con algo más del 21% de los votos y 87 escaños, se encarga ahora de los importantes ministerios de Agricultura, Educación Básica, Prisiones e Interior. La derechista Alianza Patriótica, con el 2% de los votos y 9 escaños, se encarga de Arte, Deportes y Cultura. El tercer partido en el Parlamento es una escisión del CNA, uMkhonto weSizwe (MK), fundado justo antes de las elecciones por el ex Presidente Jacob Zuma. Ndashe señaló que el ANC se ha escindido en elecciones anteriores, por ejemplo, cuando surgió el EFF (Foro de Libertad Económica, ahora el grupo 4th en el Parlamento) y se llevó consigo a algunos de los votantes del ANC. De hecho, cada vez que se crea una escisión, se lleva por delante a una parte de los votantes del ANC. No está claro qué defiende esta última escisión del ANC representada por MK, excepto su deseo de poder, dijo Ndashe. Algunos de los antiguos «captores del Estado» se han unido a él. Y es importante señalar que los partidos escindidos, el MK y el EFF, quedaron fuera del actual gobierno de «Unidad Nacional».
Ndashe no está seguro de si esto puede considerarse un verdadero gobierno de unidad nacional, o simplemente un artificio del CNA para mantenerse en el poder. Las perspectivas del gobierno siguen siendo inciertas. El protagonismo de la Alianza Democrática (DA) en este nuevo gobierno es también un golpe para la ya deteriorada imagen del ANC, y ha permitido a algunos comentaristas locales afirmar que hacía falta «un jefe blanco» [el jefe de la DA, John Steenhuisen, que es Ministro de Agricultura] en el gobierno para poner las cosas en orden. «No se trata tanto de un regreso triunfal del dominio blanco, sino básicamente de que la gente diga: ‘os lo hemos suplicado [al CNA] una y otra vez, pero esto es lo que seguimos obteniendo de vosotros’. Paradójicamente», dijo Ndashe, «hay una especie de excitación o esperanza de que quizá toda esa gente que no comparte la misma ideología empiece a luchar por Sudáfrica, porque no están ahí para defenderse unos a otros. Esperamos que el resultado sea la rendición de cuentas». El propio Ramaphosa estuvo vinculado a un escándalo de más de 500.000 dólares en efectivo robados en su casa hace unos años. ¿Le exigirá este nuevo gobierno responsabilidades por lo que parece ser una conducta ilegal? ¿O seguirá protegiendo a los poderosos y permitiendo la impunidad?
Preguntado sobre si el firme apoyo del CNA al pueblo palestino continuaría en esta séptima administración, dada la presencia de fuerzas sionistas en el gobierno, Ndashe observó que, aunque muchos sudafricanos estaban orgullosos de la postura del CNA sobre Gaza en el Tribunal Internacional de Justicia, esto no se había traducido en apoyo en las urnas en estas elecciones. Los votantes se muestran cada vez más escépticos ante las iniciativas internacionales, como la alianza económica BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). El mensaje que enviaron estas elecciones fue: «quédate en casa y céntrate en la situación interna». No está claro si el fuerte apoyo a Gaza y Palestina se mantendrá, dado que una moción de censura podría derrocar fácilmente a Ramaphosa.
Ndashe subrayó otro aspecto crítico de la política de las dos últimas administraciones: el esfuerzo concertado para privatizar las empresas paraestatales (públicas), algunas de las cuales, de hecho, se han desmantelado con éxito, como South African Airways. El modus operandi de esta política ha consistido en empezar a robar a estas paraestatales y, una vez destruidas, reclamar su privatización. El CNA facilitó demasiado ese proceso, dijo Ndashe. Eskom (electricidad) y Prasa (ferrocarriles) están actualmente en el punto de mira. Otro tema candente en el panorama sudafricano es la cuestión de la reforma agraria. Las tres vías que se habían identificado en la década de 1990 para hacer justicia con la tierra: restitución de las tierras confiscadas, reforma de la tenencia y protección de los arrendatarios contra el desahucio, y redistribución de la tierra, están actualmente empantanadas. Con el DA en el gobierno, que representa a muchos poderosos terratenientes blancos, Ndashe predice que esta agenda no avanzará.
Awa Fall Diop sobre las elecciones de marzo de 2024 en Senegal
Antes de dar la palabra a Fall Diop, Abbas señaló que las reñidas elecciones de este año en Senegal habían captado la imaginación de muchos en el continente. Preguntó a Fall Diop si consideraba que el nuevo gobierno era realmente un «rayo de esperanza juvenil», a pesar de que los derechos de la mujer y el control de su cuerpo fueron y siguen siendo objeto de acalorados debates durante la campaña electoral. Fall Diop señaló que las elecciones de marzo de 2024 en Senegal estuvieron precedidas por tres años de extrema violencia política que se saldaron con muertes e incendios provocados, sin que se responsabilizara a nadie. Durante este periodo de violencia, el Presidente electo en 2024 — Bassirou Diomaye Faye — y su Primer Ministro, Ousmane Sonko, fueron encarcelados, y seguían allí en el momento en que la ley electoral exigía el inicio de la campaña. En ese momento, el presidente en funciones, Macky Sall, intentó abiertamente suspender el proceso electoral, a lo que siguieron multitudinarias protestas que fueron duramente reprimidas. El Tribunal Constitucional intervino y declaró inconstitucional la suspensión de las elecciones. Fue entonces cuando se celebraron negociaciones para liberar a Diomaye Faye y Sonko y permitirles presentarse a las elecciones. El «acuerdo» exacto que se alcanzó sigue sin estar claro», señaló Fall Diop.
Curiosamente, sin embargo, tras la decisión del Tribunal las elecciones se celebraron por la «vía rápida», y no según el calendario electoral normal. Hubo cierta violencia durante la campaña, pero como los resultados no se impugnaron, a diferencia de elecciones anteriores, la violencia cesó tras las elecciones. Diomaye Faye fue elegido con el 54% de los votos en la primera vuelta, algo inaudito en Senegal. El país se enfrenta a un escenario totalmente nuevo, con la anterior oposición en el poder, y Sonko, el hombre que normalmente habría sido elegido Presidente, convertido en Primer Ministro, mientras su aliado, Diomaye, se convertía en Presidente.
«Esto parece un gobierno ‘bicéfalo'», dijo Fall Diop, con Sonko actuando como Presidente y recordándole a Diomaye que le debe su puesto. Es una situación compleja, y la relación entre Sonko y Diomaye no está muy clara». Fall Diop señaló que, cada vez que se toma una decisión, nadie sabe a ciencia cierta si fue una decisión que tomó el Primer Ministro o fue el Presidente quien tomó la decisión. Este «gobierno bicéfalo» actúa como una especie de pantalla entre la población y los órganos de gobierno. Además, añadió Fall Diop, mientras que el partido Diomaye/Sonko forma parte del gobierno/gabinete, el Parlamento sigue estando controlado por el partido de Macky Sall. Por supuesto, al gobierno de Diomaye le gustaría tener un Parlamento que aprobara todas las leyes que propone el gobierno, y no le gusta esta situación de «equilibrio de poderes». Se plantean interrogantes. ¿Disolverá el gobierno la Asamblea Nacional y convocará elecciones legislativas? ¿Presentará la Asamblea Nacional una moción de censura contra el gobierno, poniendo así fin a su breve mandato?
Es importante señalar que los órganos de gobierno de Senegal fueron heredados del colonialismo y modelados según las instituciones francesas; no fueron diseñados por el pueblo senegalés, señaló Fall Diop. El gobierno actual ha identificado este problema y ha pedido a la Asamblea Nacional que apruebe leyes para abolir ciertos órganos de gobierno, como el Consejo Económico, Social y Medioambiental y el Consejo Superior de Gobiernos Locales. La Asamblea Nacional se ha negado a hacerlo. Durante los debates de la Asamblea Nacional sobre estos proyectos de ley, un gran número de observadores asistieron a las audiencias y a menudo se les oyó corear el nombre de Sonko, y no el del Presidente. «Esto es extraordinario en Senegal», explicó Fall Diop, y consideró que se está gestando un enfrentamiento entre ambos dirigentes.
Una de las principales preocupaciones de Fall Diop es que el gobierno fue elegido con un programa populista, con muchas promesas poco realistas en materia de empleo y educación (por ejemplo, sustituir el francés por el inglés como segunda lengua de enseñanza, pero sin un plan para abordar el calamitoso estado del wolof, la lengua nacional). «Cada vez está más claro que muchas de estas promesas no se cumplirán», añadió. Otro punto conflictivo es la participación de las mujeres en el gobierno. De los 25 miembros del Gabinete, sólo cuatro son mujeres, un retroceso significativo con respecto a los anteriores gobiernos de Wade y Sall. Las organizaciones de mujeres protestan y se movilizan contra este flagrante desequilibrio de género.
Y lo que es aún más preocupante, el Ministerio de la Mujer y las Cuestiones de Género, existente durante varios gobiernos anteriores, se ha transformado ahora en el Ministerio de la Familia y el Bienestar, con mujeres subsumidas dentro de «la familia». Fall Diop señaló que «a las activistas feministas les preocupa que esto sugiera un plan para presionar a las mujeres -en un futuro no muy lejano- para que dejen de trabajar fuera de casa y se centren en las tareas domésticas. El gobierno también podría empezar a dar premios a las mujeres que tengan muchos hijos, para promover una mayor fertilidad». Esta posible evolución se ve agravada por la creciente presencia y actividad política de grupos, especialmente religiosos, que se oponen a los derechos de la mujer. Se volvieron especialmente activos cuando los grupos feministas protestaban por el escaso número de ministras del gobierno, y salían en la televisión y la radio para argumentar que el lugar de la mujer está en el hogar, no en la vida pública.
Abbas señaló que las dos primeras presentaciones habían puesto de relieve el modo en que los gobiernos africanos utilizan determinadas cuestiones sociales relevantes para atizar el miedo y el odio y conseguir y mantener el poder: la raza y la situación de la inmigración, sobre todo en Sudáfrica, y el género y la sexualidad en Senegal. Abbas señaló que esto también lo hacen otros gobiernos de todo el continente: en Túnez, la cuestión de la raza/etnia se ha convertido en un arma de manera similar, mientras que en Uganda el tema candente y altamente explosivo son los derechos LGBTIQ. Y Abbas añadió que es importante comprender que estos problemas no surgen en el vacío, sino que están relacionados con debates y luchas mundiales.
Zeinabou Hadari sobre el golpe de Estado de 2023 en Níger
Al presentar a Hadari, Abbas señaló que, por el contrario, en Níger no hubo elecciones este año, sino un golpe militar en 2023, que siguió a otros dos levantamientos militares en Malí y Burkina Faso en los últimos tres años. Esta serie de golpes de Estado ha cambiado de forma dramática la geopolítica del Sahel y de África Occidental en general. Ante este panorama cambiante y preocupante, Abbas preguntó a Hadari cuáles son las preocupaciones, esperanzas y aspiraciones actuales de la población de Níger, incluidas las feministas.
Hadari señaló que es muy importante tener en cuenta el hecho de que la población del Sahel en general es muy joven, con más del 50% por debajo de los 18 años. La retórica de los golpistas les resulta atractiva, con sus llamamientos a la soberanía económica, el control de los recursos nacionales, la mejora de la seguridad, la justicia social y económica, las oportunidades de empleo para los jóvenes, la buena gobernanza y la libertad de reunión y de protesta. La enemistad con Francia es otro factor importante a tener en cuenta, ya que la población exige un cambio en las alianzas y asociaciones transnacionales. En resumen, los pueblos de la región quieren que los africanos se encarguen de los asuntos africanos.
Desgraciadamente, sin embargo, han surgido serias preocupaciones en estos tres países. Las promesas de los gobernantes militares no se están cumpliendo. La inseguridad sigue siendo un problema, y son frecuentes los ataques contra civiles. Las amenazas terroristas aumentan notablemente, al igual que la violencia social generalizada. La inseguridad alimentaria ha empeorado y hay menos empleos que antes. No se ha hecho nada para mitigar la crisis climática, y las inundaciones, que empeoran, no se contienen, lo que provoca dramáticos desplazamientos de población. Los gobiernos no son capaces de prestar los servicios necesarios. La situación de los derechos humanos también se deteriora, las condiciones en las cárceles son duras y aumentan las detenciones arbitrarias e incluso los asesinatos de opositores políticos, como en Burkina Faso. El poder judicial no es independiente y se han recortado las libertades de los medios de comunicación.
Sin embargo, según Hadari, «la mayoría de la gente sigue queriendo que estos líderes militares permanezcan en el poder, y no están interesados en volver a los ‘procesos democráticos'». Y de hecho, Níger ha prohibido rotundamente los partidos políticos. Estos acontecimientos cuestionan el futuro de las instituciones y las condiciones democráticas en la región.
Los golpistas han cambiado radicalmente sus alianzas geopolíticas, abandonando el G5 Sahel -la organización para la cooperación regional en materia de desarrollo y seguridad en África Occidental- así como la CEDEAO. En el verano de 2024, Malí, Burkina Faso y Níger crearon su propia Alianza de Estados del Sahel para luchar contra el terrorismo, prestarse asistencia mutua si alguno de ellos sufre un ataque, pero también, implícitamente, para impedir que la CEDEAO intervenga militarmente en Níger. También se han alineado informalmente con Rusia. «Es un contexto de cambio dramático, y un choque enorme», explicó Hadari. Es difícil obtener información precisa sobre la dinámica política, y la libertad de movimiento está cada vez más limitada.
En un comentario final, Abbas subrayó la relevancia de la conexión establecida por Hadari entre la crisis climática y la inseguridad en la región. También insistió en la importancia crítica de reconocer cómo el escenario actual y las perspectivas de autodeterminación y democracia no pueden desvincularse de la profunda y prolongada explotación de los recursos africanos, no sólo terrestres sino también corporales.
Debate
Stefano Fabeni comenzó señalando que Sudáfrica fue durante muchos años la voz cantante en el Sistema Regional de Derechos Humanos. Pero esto ha cambiado drásticamente en la última década, dejando el espacio abierto a gobiernos autocráticos hostiles a los derechos humanos -como Ruanda, Egipto, Etiopía, Eritrea y Uganda- para ganar poder y control sobre el sistema. Preguntó a Ndashe si veía a otros Estados dando un paso al frente para corregir la situación -incluidos los derechos LGBTQI+- o si Sudáfrica podría recuperar su liderazgo.
En respuesta, Ndashe lamentó la abdicación de Sudáfrica de su papel como brújula moral y aliado de la sociedad civil en la Unión Africana. Afirmó que no esperaba que Sudáfrica recuperara su anterior papel de liderazgo en los mecanismos de rendición de cuentas en materia de derechos humanos. En su opinión, los gobiernos del CNA quieren mantenerse alejados de las «cuestiones controvertidas» en materia de derechos humanos, y al parecer prefieren centrarse en el desarrollo económico, incluso a través de los BRICS. Como resultado, los mecanismos africanos de derechos humanos «están siendo desmantelados delante de nuestros ojos». Ndashe señaló como un momento decisivo en este desmantelamiento la enorme agitación en la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos en 2015, cuando la Coalición de Lesbianas Africanas (CAL) obtuvo el estatus de observador no gubernamental [fue revocado en 2018]. Después de eso, Sudáfrica dejó de presionar por los derechos LGBTQI+ a nivel africano, porque el gobierno concluyó que «no hay consenso africano al respecto.» Se ha comprometido a mantener y ampliar las protecciones nacionales para las personas LGBTQI+ en su país, pero ya no se pronunciará sobre estas cuestiones en la Unión Africana.
En cambio, como es bien sabido, Sudáfrica presentó la demanda contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia y la CPI. Ndashe señaló que Sudáfrica está motivada para comprometerse con tanta firmeza en el genocidio de Gaza porque, para Sudáfrica, la lucha contra el apartheid y la ocupación colonial son temas emblemáticos. Palestina y el genocidio son preocupaciones sobre las que Sudáfrica seguirá hablando y con las que seguirá comprometida.
Sin embargo, también es importante recordar que, en fecha tan reciente como 2023, el presidente Ramaphosa intentó (sin éxito) retirar a Sudáfrica de la Corte Penal Internacional (CPI), calificándola de «tribunal racista» que no exige responsabilidades por sus crímenes a los dirigentes del Norte global. Aunque reconoce que se trata de una crítica válida, Ndashe argumentó que Sudáfrica tendría más argumentos si estuviera trabajando activamente para reforzar otros mecanismos de rendición de cuentas en materia de derechos humanos, cosa que no está haciendo. En última instancia, «un reloj roto seguirá sonando dos veces al día», concluyó Ndashe, y cuando se trata de mecanismos internacionales de rendición de cuentas en materia de derechos humanos, «Sudáfrica sólo sonará a las Palestinas».
En sus comentarios, Thula Pires tiró de otro hilo al señalar la gran importancia del diálogo latinoamericano con la experiencia africana. Esto es así porque en la región de América Latina y el Caribe, las luchas para aumentar la participación y el poder de los afrodescendientes en el gobierno y para hacer frente a la discriminación contra los negros se han mantenido durante bastante tiempo, pero no han tenido mucho éxito, ya sea en Brasil, Bolivia, Ecuador o Colombia. En este contexto, los fracasos de los sucesivos gobiernos dirigidos por negros en Sudáfrica y las pérdidas del CNA, descritos por Ndashe, pueden tener un impacto especialmente negativo en toda América Latina y el Caribe, porque las fuerzas racistas estarían encantadas de señalar estos ejemplos para afirmar que los gobiernos gobernados por negros «no funcionan».
Al reflexionar sobre cómo, según Hadari, los líderes militares del Sahel se presentan como la verdadera voz del pueblo, Pires subrayó la necesidad de deconstruir el barniz de democracia que utilizan en su discurso. Vio similitudes con el barniz de «anticorrupción» de y los «derechos de la mujer» de -incluso en el discurso de destacadas mujeres políticas ultraconservadoras- que el expresidente Bolsonaro desplegó para reforzar su ideología y sus modos de gobernar de extrema derecha, corruptos y patriarcales. Por último, se preguntó cómo deberían responder las diásporas negras al uso de un lenguaje «panafricanista, antiimperialista y anticolonialista» por parte de estos líderes militares, cuando la realidad es el aumento de la violencia y las violaciones de los derechos humanos.
Abbas reflexionó sobre el hecho de que, 60 años después de la independencia, las esperanzas de liberación de África no se han hecho realidad. Por el contrario, la explotación y la expropiación de los recursos, la tierra y la población de África siguen sin disminuir, y el fascismo y el fundamentalismo en los países africanos también van en aumento, con un incremento de los ataques contra las mujeres y las personas LGBTQI por parte de estas fuerzas. Estas dinámicas políticas se solapan con la crisis climática, el aumento de la securitización y la creciente militarización, y cada una de estas tendencias intensifica la otra. A los líderes militares del Sahel les ha gustado utilizar poderosos símbolos de «liberación», como la boina y el traje de faena del héroe revolucionario Thomas Sankara, aunque ataquen a las personas LGBTQ y se apoyen en discursos fundamentalistas contra los derechos de las mujeres. En el Sahel, se preguntó, el alejamiento de viejas potencias coloniales como Francia puede significar un giro hacia una nueva forma de colonialismo por parte de Rusia y, en cierta medida, China. Abbas señaló que no debería sorprendernos ver cómo estas potencias extranjeras utilizan su presencia en el continente para librar guerras por delegación, como ocurrió en el pasado y está ocurriendo actualmente en Sudán. Tras estos comentarios, surgieron preguntas entre los participantes en el seminario web, que en su mayoría querían saber si los movimientos feministas y de base africanos han sido capaces de contrarrestar parte de este populismo y nacionalismo y ofrecer una visión diferente, más radical y participativa para África.
En su respuesta, Fall Diop subrayó que, tanto en Senegal como en el Sahel en general, los recientes acontecimientos políticos están profundamente arraigados en el rechazo del papel y la injerencia de Francia en los asuntos de estos países y en la denuncia del colonialismo. Pero, en su opinión, los resultados no son los esperados. Este año, en Malí, Fall Diop pudo comprobar que Francia se había retirado, pero se quedó atónita ante la presencia masiva de rusos. «¿Está el Sahel cambiando un colonialismo del Norte por otro?», se preguntó. Fall Diop contó una anécdota reveladora: cuando solicitó un masaje tradicional de manteca de karité de África Occidental en su hotel de Malí, se sorprendió cuando le asignaron una masajista rusa.
Fall Diop también señaló que las estrechas conexiones francesas del ex presidente Macky Sall fueron uno de los detonantes de los recientes movimientos de protesta en Senegal. En concreto, la continua dependencia de Senegal del franco CFA (la moneda regional controlada por Francia) ha sido ampliamente cuestionada. Sin embargo, la realidad es que el nuevo gobierno senegalés no tiene una estrategia clara para salir de la zona CFA, y las relaciones económicas con Francia no han cambiado hasta ahora. Fall Diop se preguntó en voz alta si sólo se trataba de promesas vacías o poco realistas. Reflexionando sobre las aspiraciones de los feminismos africanos, Fall Diop dijo que cree que las feministas luchan por un África gobernada por su pueblo sin injerencias extranjeras, pero con fuertes conexiones en todo el mundo. También dijo que, en ese sentido, valdría la pena revivir los documentos fundacionales de la Unión Africana como guía hacia un futuro panafricano y anticolonial.
Por último, Fall Diop señaló cómo se había desarrollado la cuestión de la «diversidad sexual» durante la campaña legislativa de 2023, con el actual Primer Ministro Sonko acusando al partido de Macky Sall de promover los derechos LGBTQ. Por tanto, Fall Diop esperaba que, tras ser elegidos en 2024, Diomaye y Sonko buscaran rápidamente una mayor criminalización de la homosexualidad, en la línea de lo que está ocurriendo en Burkina Faso. Pero, para su sorpresa, eso no ocurrió. De hecho, durante la reciente visita del político francés de izquierdas Jean Luc Mélenchon, Sonko declaró que la homosexualidad «no se acepta, sino que se tolera» en Senegal; habrá que seguir de cerca lo que esto significará en términos políticos en los próximos meses. Por otra parte, Fall Diop seguía profundamente preocupada por los planes de Sonko en relación con el empleo remunerado de las mujeres y su autonomía corporal, sexualidad y fertilidad.
A la pregunta de si las OSC podrían combatir las violaciones de los derechos humanos en el Sahel, Hadari respondió que las OSC en Níger, si quieren evitar ser tachadas de espías o agentes extranjeros, ahora tienen que aplicar políticas públicas y deben informar al gobierno sobre sus actividades. Su libertad de expresión y movimiento está muy restringida, y tienen que profesar su lealtad al gobierno militar. Los líderes de la sociedad civil, especialmente las feministas, son considerados muy sospechosos.
En cuanto al comentario de Pires sobre el uso de la «anticorrupción» como recurso retórico para instaurar regímenes militares, Hadari opinó que África tiene mucho que aprender de la experiencia latinoamericana en cuanto a la cultura golpista y la militarización del poder. El despliegue de eslóganes sobre la expulsión de Francia mientras se da la bienvenida incondicional a Rusia demuestra que su política no consiste exactamente en «África para los africanos», sino en una mera «retórica de la revolución».
Hadari comentó la situación de los derechos sexuales y reproductivos en el Sahel en general, que, en su opinión, es calamitosa. Los regímenes están criminalizando aún más la conducta LGBTQ endureciendo los castigos ya consagrados en los códigos penales. Las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en el ámbito de la salud y los derechos sexuales y reproductivos están siendo objeto de duros ataques, y el gobierno les ha ordenado que abandonen su labor. Se vislumbra en el horizonte una prohibición total de su actividad.
Ndashe reflexionó sobre el hecho de que la política sudafricana no puede desligarse del legado de ser uno de los últimos países en salir de un régimen colonial formalizado. Muchas personas actualmente activas pasaron su juventud luchando por la liberación de los negros y por un mundo diferente. Por eso, el gobierno de coalición del ANC con la DA y la Alianza Patriótica fue un auténtico shock. No sería exagerado decir que los que lucharon por la liberación quedaron desolados. Se plantearon preguntas sobre por qué «el CNA no podía hacer que funcionara con el partido de Zuma (el MK), y el EFF». El eslogan de la DA «¡Salvemos Sudáfrica!» también fue profundamente hiriente. Sin embargo, aferrarse a la idea de un gobierno negro capaz se hizo cada vez más difícil, e incluso humillante. La gente se preguntaba abiertamente: «¿Qué tiene que hacernos el CNA para que sigamos adelante?». Como resultado, muchos votantes negros se resignaron a votar al EFF o al MK, negando así al ANC su mayoría.
En lo que respecta específicamente al género y al papel de la mujer en el actual gobierno sudafricano, varias mujeres negras han ocupado y siguen ocupando puestos clave, por ejemplo las ministras de Justicia y Defensa en la actual administración. Pero Ndashe considera necesario preguntarse qué significa esto exactamente. Por ejemplo, la Ministra de Justicia acaba de verse envuelta en otro escándalo de corrupción. Incluso después de haber sido castigado por sus votantes, el CNA todavía no ha sido capaz de impedir el ascenso de este tipo de dirigentes, sean hombres o mujeres. Ndashe concluyó señalando lo dolorosos que siguen siendo estos acontecimientos.
Para cerrar los debates, Abbas dio las gracias a los panelistas y ponentes, y pidió que se siguiera debatiendo para dar cuerpo a una visión radical de las democracias negras y feministas en África. Corrêa también dio las gracias a los ponentes por un debate excepcional. Lamentó que tantas situaciones políticas importantes, como la de Sudán, no pudieran examinarse en el breve espacio de tiempo de este panel. Espera que estas conversaciones continúen, especialmente para crear más espacios de intercambios fructíferos entre América Latina y el Caribe y África. Estos dos continentes tienen mucho que compartir dadas sus historias conectadas, a través de la esclavitud y en sus experiencias más recientes de luchas contra la autocracia y la dictadura dentro de un marco de democracia y compromiso con los derechos humanos.
Resumen ejecutivo
Democracias en Disputa: África
En 2024, más de 60 países celebraron elecciones a diferentes niveles de gobierno, lo que ha puesto a prueba las democracias en un contexto global de tensiones políticas y narrativas. En este marco, Sexuality Policy Watch (SPW) Sexuality Policy Watch (SPW) Akahatá, Promsex, Puentes y Synergia iniciaron una serie de debates regionales para analizar los retos y oportunidades para los derechos humanos y las democracias en África, con un enfoque feminista y panafricano.
Contexto General
El ciclo electoral de 2024 ha estado marcado por:
- La utilización de ideales democráticos por parte de populistas para erosionar la democracia desde dentro.
- La necesidad de movilizar mayorías progresistas en defensa de la democracia y los derechos humanos.
El tercer debate de este ciclo se enfocó en la situación de África Subsahariana, analizando elecciones clave y golpes de Estado recientes en tres países: Sudáfrica, Senegal y Níger.
Principales Hallazgos
- Sudáfrica: Elecciones Históricas
- El Congreso Nacional Africano (ANC) perdió su mayoría absoluta por primera vez, lo que resultó en un gobierno de «unidad nacional» con partidos políticos de ideologías divergentes.
- La corrupción y el colapso de servicios públicos como la electricidad erosionaron la confianza ciudadana.
- La reforma agraria y la privatización de empresas estatales permanecen estancadas.
- Sudáfrica presentó demandas contra Israel en la Corte Internacional de Justicia y ha enfrentado tensiones internas por su política exterior.
- Senegal: Un Gobierno Bicéfalo
- Las elecciones de marzo de 2024 estuvieron precedidas por tres años de violencia política.
- La nueva administración, liderada por Bassirou Diomaye Faye y Ousmane Sonko, enfrenta tensiones internas y promesas electorales poco realistas.
- Retrocesos significativos en la participación de las mujeres y derechos de género, con medidas que refuerzan roles tradicionales de género.
- La relación histórica con Francia sigue siendo un tema polémico, especialmente en torno al franco CFA.
- Níger: Golpes de Estado y Crisis Democrática
- Los golpes militares recientes han llevado a la prohibición de partidos políticos y el deterioro de los derechos humanos.
- Promesas como el control de recursos nacionales y mejor seguridad no se han cumplido, y la inseguridad alimentaria y climática se ha intensificado.
- Alianzas internacionales se han reorientado hacia Rusia, mientras que se restringe la libertad de acción de la sociedad civil.
- El alejamiento de potencias coloniales como Francia ha dado paso a una mayor influencia de Rusia y China.
El Papel de Potencias Externas en África
Las interacciones con potencias extranjeras juegan un papel central en las realidades políticas y sociales de África:
- Francia: Su influencia histórica sigue siendo relevante, especialmente en Senegal y el Sahel, pero su retirada del área ha generado vacíos de poder.
- Rusia: Ha ganado influencia en países como Malí, Burkina Faso y Níger, ofreciendo alianzas militares y económicas como alternativa a las potencias tradicionales.
- China: Mantiene una fuerte presencia económica, lo que plantea preguntas sobre una posible nueva forma de colonialismo.
- Estados Unidos e Israel: Sudáfrica ha interactuado con estos países en foros internacionales, destacando su papel en la Corte Internacional de Justicia contra Israel.
- Brasil: Parte de la alianza BRICS, comparte con África paralelismos en el uso de discursos anticorrupción y anticoloniales.
Retos Comunes
- El auge del populismo, los discursos xenófobos y la instrumentalización de los derechos de mujeres y personas LGBTQI para generar divisiones políticas.
- La militarización creciente y el debilitamiento de las instituciones democráticas.
- La conexión entre crisis climáticas y políticas que exacerban desigualdades estructurales.
- La influencia de potencias extranjeras como Rusia, China y Francia, que reconfiguran las alianzas geopolíticas en África.
Lecciones para América Latina
El debate destacó paralelismos entre África y América Latina, incluyendo:
- El uso de discursos anticorrupción y anticoloniales para legitimar regímenes autoritarios.
- La importancia de articular luchas feministas, raciales y climáticas dentro de marcos democráticos.
- La necesidad de reconocer la influencia global de potencias extranjeras en las crisis democráticas locales.
Conclusión y Recomendaciones
Se hace un llamado a los movimientos feministas y de derechos humanos para:
- Priorizar la construcción de poder desde abajo, promoviendo «democracias populares» que trasciendan las estructuras estatales.
- Fortalecer redes transnacionales entre África y América Latina para enfrentar retos comunes.
- Promover visiones radicales e inclusivas de democracias feministas y anticoloniales.
Este debate es un punto de partida para profundizar el diálogo y la acción conjunta en defensa de los derechos humanos y la democracia.